KANDY (මහනුවර en cingalés, கண்டி en tamil)
Kandy es una ciudad
que se desparrama a lo largo del rio Mahaweli Ganga en el estrecho margen que
permiten los cerros circundantes y se extiende hasta conurbarse con la vecina
Peradeniya. Con sus ciento treinta mil habitantes es la capital de la provincia
central y fue durante un tiempo la capital del país.
Posee uno de los
tesoros mas importantes del budismo, un canino de Buda que se custodia en el Sri
Dalada Maligawa o Templo del Diente, ubicado junto a su lago artificial. Todos
los años en la luna llena de agosto se saca en procesión por Kandy una copia de
esa pieza dental con elefantes vestidos de gala. Durante el resto del año, el
diente verdadero se guarda celosamente fuera de la vista del público.
Fotos: templo del deval Natha, con la imagen del Bodhisattva Avalokitesvara
En las
inmediaciones de este santuario hay otros cuatro templos dedicados a los cuatro
devales o protectores de la ciudad. Solamente uno es una creación
budista, se trata de Avalokitésvara. Los otros tres son transformaciones de
divinidades previas, como el mismo Vishnú que, bajo la perspectiva de esta
religión, es un dios supeditado a los designios de Buda. Los otros dos parecen
asimilaciones de deidades locales anteriores, tal vez de origen dravídico. Una
de ellas es Kataragama, a quien se pide toda clase de favores en un templo
separado del recinto que alberga a los otros tres y la otra es Paththini,
también llamada madre de la leche. Ambas resultan poco visibles, ocultas en el
sancta sanctorum, lo que cede el protagonismo a una generosa iconografía de
budas.
Kataragama,
también llamado Murugan, es en realidad hijo de Shiva y Parvati y hermano por
tanto de Ganesha. Muchas veces se representa con seis caras. La particularidad
que tiene su culto en Sri Lanka es la referencia que lo vincula a los grupos
Veddas, teóricamente anteriores a la llegada del hinduismo a este país. Según
la leyenda ellos criaron a la princesa Valli, que luego se convirtió en la
esposa de este dios. En este templo habita encadenado, acorde con la paradójica
forma de ver las cosas en el hinduismo, un elefante sagrado. El caso de
Paththini resulta sumamente interesante porque integra dos digestiones
culturales sucesivas. Se supone que en su representación más antigua era una
clásica diosa de la fertilidad neolítica, que debió de ser transformada por el
primer hinduismo en una esposa fiel a su marido hasta un nivel delirante (otra
forma de bhakti), siendo precisamente esa fidelidad la que le confería
el carácter divino. Los antropólogos del siglo XIX habrían encontrado aquí un
ejemplo de la supuesta transición del matriarcado al patriarcado. En una
segunda etapa, esa divinidad sumisa pasa a estar al servicio del Buda, que la
convierte en una guardiana de la población de Kandy. Paralelamente a este
proceso de dominación sucesiva, las mujeres siguen acudiendo a este pequeño
templo (y a otros desperdigados por Sri Lanka dedicados a esta diosa) para
pedirle ayuda en sus embarazos, partos y crianza de los niños con especial
énfasis en ciertas enfermedades históricamente devastadoras como la viruela. De
nada sirve que su imagen se oculte o tenga un tamaño ridículamente pequeño. De
hecho, aunque no estuviese presente, las mujeres seguirían viendo a ella antes
que a las vistosas esculturas de los budas que ocupan los espacios principales.
Un sincretismo análogo al que ocurre en otras religiones.
En el otro
extremo de la ciudad, ya en el barrio de Peradenya, existe un jardín botánico
muy interesante de doscientos años de antigüedad. Posee una impecable colección
de palmas (algunas con cocos gigantes), orquídeas, pimientas y diversas plantas
locales, pero también especies de otros continentes como las Couroupitas
americanas. Muchos de los árboles que aquí se exhiben muestran unas condiciones
de tamaño, porte e integridad que difícilmente se pueden observar en estado
salvaje debido sobre todo a su explotación maderera.
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