MIRISSA (මිරිස්ස ; படங்கள் )


La parte sur de Sri Lanka está intensamente colonizada por el turismo debido a sus playas. Algunas tienen olas que congregan a surfistas, otras son de aguas calmas e incluso cuentan con zonas de arrecife en las que no es difícil encontrarse con tortugas. Finalmente hay lugares en los que se prodiga la lamentable actividad de alimentarlas a mano, incitando a los turistas a comprar manojos de hierba marina para ofrecérsela en la boca. Toda esta explotación del litoral ha ocupado gran parte de los accesos libres al mar y mercantilizado en gran medida la cotidianidad de los visitantes. No obstante, con un poco de paciencia, se puede sortear bastante esta invasión y penetrar un poco en la cultura local. La comunicación resulta a veces algo compleja pues, fuera de los circuitos comerciales, poca gente entiende o habla inglés.  



Fotos: playa y puerto de Mirissa con basrcas tradicionales de pesca.

En Mirissa hay un importante puerto pesquero en el que se procesa gran cantidad de atunes y bonitos para exportarlos a otros lugares. Junto a las grandes embarcaciones que descargan sus capturas también se ven los peculiares botes de bajura, que tienen una borda tan estrecha que en ella solo cabe un marinero de pie, los otros tres o cuatro pescadores se acomodan sobre una red dispuesta entre la nave y su balancín estabilizador. Cuesta creer que en esas posturas tan incomodas puedan faenar durante tantas horas al cabo del día. Las hay en realidad por todo el litoral, pero parece que la actividad es mayor en el suroeste, que goza de mejor clima en esta época del año.

A poca distancia de la playa hay algunas áreas de Thalassia en las que, de vez en cuando, se ve pastar alguna tortuga verde. Un poquito más lejos ya aparecen corales con sus comunidades de animalillos de colores. En aguas profundas transitan ballenas azules en esta época del año, circunstancia que aprovechan algunas empresas para publicitar sus tours mostrando incluso fotos de otras especies más activas. El incauto pronto se da cuenta de que la azul no es como la jorobada o la franca austral, apenas deja ver un poquito de lomo en el mejor de los casos para desaparecer en seguida y reaparecer a cientos de metros. Todo ello contando con la suerte de avistar algún individuo de esta amenazada especie.

Esta región tiene mejores comunicaciones y los mercados están más surtidos. Ahora es el tiempo de la manzana de madera (Limonia acidissima), un cítrico de corteza dura como un coco cuyo interior es una masa marrón y pegajosa algo repugnante, aunque muy nutritivo.


Fotos: Galle.

A una hora en bus desde Mirissa se llega a Galle. Es una ciudad grande y poco atractiva excepto por su casco antiguo, que forma una ciudadela amurallada junto al mar. Es un espacio que recuerda otras latitudes, como la ciudad sarda de Alghero. Conserva bastantes edificios de la época colonial holandesa e inglesa, sobre todo las murallas, las iglesias y un antiguo hospital. Gran parte de los antiguos edificios se han convertido hoy en restaurantes y tiendas de souvenirs.

Por el camino se ven de tanto en tanto pescadores subidos a pértigas a poca distancia de la playa. En el pasado fue una técnica particular de pesca con sedal, en la actualidad es un reclamo turístico.


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