RAJASTHAN III: JODHPUR ( जोधपुर )




Fotos: vista de la ciudad y torre del reloj con su mercado.

Al atardecer Jodhpur, como la mayoría de las poblaciones de la India, se ha convertido en un polvorín. Cohetes, petardos y palmeras de colores que iluminan el cielo son lanzados desde todos los rincones en un ambiente de derroche inusitado porque es Diwali, el año nuevo. En el calendario sigue siendo 27 de octubre, pero en tal día como el de hoy, el décimo tercero del mes lunar de Ashvin, el príncipe Rama regreso a su reino de Ayodhya tras derrotar al malvado rey Rávana y rescatar a la princesa Sita, su prometida, con ayuda de su hermano Lakshmana y de la corte de monos de Hanuman. Le resultó fácil encontrar el camino porque los ciudadanos lo habían señalado con sus antorchas, que hoy se han transformado en lucecitas de colores que adornan las fachadas de las casas. También se conmemora el triunfo de Krishna sobre el demonio Narakasura y la liberación de las dieciséis mil doncellas que este malvado ser había secuestrado. En líneas generales hoy se celebra la victoria del Dharma sobre el Adharma y por eso la gente anda de fiesta deseándose unos a otros happy Diwali y esperando que Lakshmi, la diosa madre esposa de Vishnú, y Ganesh, protector de las ciencias, las artes y las haciendas, mejoren su precaria fortuna en el año que comienza.
El mercado de la torre del reloj y la avenida Nai Sarak que lo continúa se han convertido estos días en un tupido hormiguero de vecinos buscando adornos brillantes y baratos, regalitos para los cercanos y la ropa más vistosa para la cena familiar de hoy. Toda la noche habrá fiesta y ruido. Esta torre edificada hace poco más de un siglo es conocida como Ghanta Ghar, constituye un símbolo de la ciudad y a sus pies se extiende el mercado más importante de esta metrópoli de un millón de habitantes.
En el centro se conservan antiguas mansiones o havelis más o menos restauradas, otras han sido sustituidas por edificios modernos. Las calles estrechas y serpiginosas acumulan basura, heces de perros, vacas y personas, cerca de nuestra calle también de cerdos callejeros tumbados al sol que proporcionan una nota de exotismo ya que nadie parece comer su carne en este país. Los vecinos no suelen limpiar su parte de calle, da la impresión de que es considerado un trabajo indigno. Por otra parte, la presencia de desechos está muy naturalizada, igual que la de urinarios a cielo abierto en mitad de la acera donde los fluidos rebosan y circulan calle abajo en pequeños ríos. En Rajasthan y en Delhi este paisaje no llama la atención, en un rincón un artista infantil ha decorado una bosta fresca de vaca con palitos y parece una fortaleza medieval donde la mierda se ha transmutado en ricos mármoles y piedras preciosas. Genial.




Fotos: fuerte Mehrangarh.

Esta ciudad-estado fue fundada en 1459 por el Maharajá rajput Rao Jodha del clan Rathore y tiene su fuerte correspondiente, Mehrangarh Fort, que está muy bien conservado y se compone de varios palacios embellecidos por infinitas celosías. Domina un cerro vecino y desde sus atalayas se divisan las murallas medievales y la ciudad vieja cuajada de edificios pintados de añil. A lo lejos destaca hacia el este el palacio Umaid Bhawan, que sigue funcionando como residencia privada de los descendientes de la antigua familia real. Tiene trescientas cincuenta habitaciones, una parte de las cuales son gestionadas como hotel de superlujo. Un poco más hacia el norte se divisan las construcciones reales de Mandore, ciudad en la que residían los maharajás antes de la construcción de Jodhpur.
El fuerte posee unas murallas colosales y se accede al interior cruzando sucesivos portales de piedra. Suele haber músicos en estos lugares tocando instrumentos tradicionales como el violín sarangi, las tablas de percusión o el shehnai, similar a una dulzaina. Las celosías obedecen a la tradición del purdah, tienen la finalidad de ocultar a las mujeres de la casa, sobre todo en la parte del palacio reservado exclusivamente a ellas, denominado zenana y equivalente al harén musulmán.


Fotos: Jaswant Thada.

A pocos minutos andando desde la torre del reloj en dirección norte se llega al Jaswant Thada, un mausoleo erigido a finales del siglo XIX para acoger los restos mortales de Jaswant Singh II, el maharajá más insigne de la casa de Rathore. Está construido en fino mármol blanco y, a su alrededor, hay otros cenotafios que rememoran a diversos antiguos gobernantes de la ciudad. Se dice que en uno de ellos reposan para siempre las esposas de Jaswant Singh I, que se inmolaron en la pira funeraria de su marido. Las tradiciones hinduistas se mantuvieron en Jodhpur prácticamente hasta la dominación británica, el imperio mogol consiguió hacerse con la ciudad tras una derrota militar mewarí, pero fue por un espacio de tiempo muy breve, sólo la arquitectura mogola parece haberse infiltrado en sus construcciones regias, etiquetadas como de arte rajput.  

Foto: piedra sati en el fuerte de Mehrangarh.

El sati es la inmolación supuestamente voluntaria de la viuda al fallecer el marido, arrojándose a su pira funeraria. Al parecer fue frecuente entre las familias gobernantes rajputs. Los distintos gobiernos coloniales, desde mogoles hasta ingleses, lo aceptaron por miedo a insurrecciones populares hasta que fue prohibido formalmente hacia mediados del siglo XIX. La última mujer que realizó sati legal lo hizo en Udaipur en 1861. A pesar de las leyes se ha continuado haciendo hasta nuestros días a pequeña escala: se produjeron treinta casos en la segunda mitad del siglo XX y tal vez media docena en el XXI. Existen numerosos estudios al respecto, pero solo coinciden en que se trata de una práctica que no tiene relevancia antes del siglo quinto de la era cristiana. Los sati se conmemoran mediante placas, como la que hay en el fuerte Mehrangarh de Jodhpur, en la que se exhiben las palmas de las manos de las maharanís que lo llevaron a cabo.
Existe una versión masiva del sati que es el jahuar. Hay referencias de suicidios colectivos en Rajasthan ante la inminencia de la victoria enemiga: hombres que se lanzaban al campo de batalla a la desesperada, sabiendo que iban a morir, mujeres arrojadas a una hoguera…

Foto: antiguo deposito de agua.

Se conservan en la ciudad vieja al menos dos pozos públicos construidos en el siglo XVIII y desaparecidos durante décadas bajo toneladas de basuras y escombros. Se trata de amplios estanques a cielo abierto diseñados para suministrar a los ciudadanos el agua, que podía recogerse fácilmente gracias a sus paredes escalonadas. Son el Mahila bagh ka jhalra y el Toorji ka jhalra. Siempre hay alguna persona que acude a ellos para alimentar a los peces que habitan sus aguas o a las aves y otros animales que pululan a su alrededor. Estas actividades confieren méritos y, junto a la practica de austeridades, allanan el camino a la liberación espiritual.

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